Muchas veces nos toca derrumbarnos, nos viene un colapso y caemos en un estado donde todo parece perder sentido. Sin embargo, si escuchamos atentamente, ese estado suele señalarnos una dirección donde todo recobra nueva vida. Nada, por muy doloroso o difícil que parezca se queda permanentemente, siempre es como un rio que fluye y aunque ciertos pasajes son tormentosos y abruptos, suelen desembocar en tranquilas playas.
Sólo terminamos confundidos y perdidos cuando dejamos que éstas aguas se estanquen, sólo cuando dejamos que su a veces doloroso y nauseabundo olor se queda anclado en nuestros corazones, dejamos de ser libres. Si nos permitimos correr sin detenernos, sentiremos una renovada energía, una renovada transformación que nos llevan de un nivel a otro de mayor comprensión. No un nivel superior sino un nivel de mayor claridad, de mayor madurez, de mayor paz. Lo importante es no olvidar que ese rio nuevamente tocara angostos y estrechos lugares, caídas y tormentosos despeñaderos, pero es ahí donde al haber entendido su flujo quizá estemos mejor preparados y más livianos para seguir su viaje.
Gracias por compartir este inmenso viaje, algún día descubriremos la unidad subyacente que nos sostiene a todos.
CarDa